lunes, 29 de octubre de 2012

Con sabor a despedida


Todo principio tiene un final. Si bien es cierto que hay finales que se hacen esperar, lo bueno, si breve, dos veces breve. 

Pero si lo bueno, lo alargas demasiado, puedes cargarte el que fuera un buen producto. Y ese parece ser el camino que está siguiendo  How I Meet Your Mother (HIMYM). Una serie que empezó fuerte, con personajes que fueron madurando, presentándose e instaurándose entre nosotros. Con un guión basado en una idea original: contar a los hijos, 30 años después, como un padre conoce a la que hoy es su madre. 
Pero tantos chistes parecidos, tramas primas hermanas y temporadas insulsas, empieza a decaer, con el peligro que eso conlleva, desaparecer sin pena ni gloria.

Los personajes están cansados repetitivos, si en algún momento el inaguantable de Ted llegó a gustarme, ahora....bufffff.....para matarle. A Robin le falta la frescura del principio, la inocencia de ser la nueva, está pérdida. Marshal y Lilly han evolucionado conforme la serie, son entrañables y más de una vez nos provocan una carcajada, su trama de está última temporada nos está deparando buenos momento. Pero también son reflejo de un ciclo ya cumplido. Y llegamos a Barney, sin lugar a dudas, el alma de la serie, si siempre lo ha sido, ahora más que nunca. Y aún así, también es un personaje que pierde fuelle, que se asienta.

Destacar positivamente la recuperación de símbolos característicos de la serie, guiños a sus fans, paraguas amarillos, por ejemplo. Además, la construcción de las tramas ingeniosas, el último juego del último capítulo es una muestra de ello.

Es una serie que ha perdido la chispa que la convertía en una buena comedia. Demasiadas vueltas para contestar a la pregunta que titula la serie, y esto puede provocar que se pierda la razón de serie y se cierre la serie rápido y mal. Igual una vuelta de tuerca puede funcionar, pero seguir hinchando el globo para luego pincharse, sin más, después de 8 temporadas, cansa. Siempre promete, con unos primeros capítulos prometedores, que conforme suman y suman, defraudan al final. 



Tal vez una octava temporada sea un broche de oro a esta comedia. Sin ligar a dudas, y vistos ya 4 capítulos, si algo tienen en común es su sabor agridulce de un ciclo que ha expirado, un sabor a despedida porque como ya he dicho, todo principio tiene su final.


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