viernes, 5 de abril de 2013

Con una copita de chinchón

Conocida por el gran público tarde, se ha ido una de las grandes artistas de las tablas españolas. Y grande por muchos motivos. No tendría la clase de unas, las técnicas de otras pero hacía lo que se le pedía como nadie, se reía de sí misma y siempre hizo lo que le dio la gana. (Como ella diría: “lo que me dio la puta gana”). Sin ir más lejos, se casó cómo y con quien quiso, a pesar de la reticencias de su familia, para luego separarse con solo tres años de matrimonio, y eso, en los 50. Además, se dedicó a la interpretación, porque aunque para muchos solo y siempre será Marisa, la vieja fumeta de Aquí No Hay Quien Viva , Mariví Bilbao tiene mucho trabajo detrás.

Trabajo de campo, de poco a poco, de actriz de primera. Papeles grandes, pequeños, silenciosos o ruidosos y siempre con sabor a cigarrillo. Porque eso sí, ella nunca se separaba de su pitillo. En muchos blogs y obituarios he leído como fue la única en no amilanarse ante el gran “jeque” José Luis Moreno, que de ella siempre decía: “que no le falte su paquete de Chesterfields”. Incluso en la mismísima meca del cine se atrevió y desafió a la autoridad, por y para su cigarrito.

Bromas aparte, una señora de la escena nos dice hasta pronto. Supo como nadie adaptarse a las exigencias de cada uno de los guiones que interpretó, y en su madurez, supo aprovecharse, ponerse el mundo por montera y meterse al público al bolsillo inventándose esa personalidad arrolladora llamada Marisa Benito. Incluso alguna de aquellas coletillas eran de su propia cosecha, como el famoso “qué guapa va esta chica siempre”, muy de sus tradiciones “botxeras” (del botxo, de Bilbao).

Por cierto, casualidad que Bilbao, como su apellido, fue también la ciudad que la vio nacer, de la que siempre orgullosamente pregonó por cielo y tierra, y amó. Como quiso también los colores rojiblancos de su Athletic, fiel y fan incondicional de los leones norteños. Incluso con su reciclaje y sus collejas, rio estos últimos meses. En noviembre pudimos verla por última vez en uno de los capítulos de la serie en la que trabajaba La que se avecina, y con uno de sus latiguillos malhablados, sin intención alguna, se despidió. Una despedida que solo ella podía hacer, a su manera, como le dio la puta gana. Cogió el petate y dijo: “ya no puedo más”. Mariví Bilbao nos ha dejado los 83, y haciendo un especial homenaje a ese capítulo en el que moría Paloma de AQNHQV, que sepas, Mariví, allí donde estés, que Radio Patio llora tu muerte, con una programación especial: “Adiós Mariví, Adiós”; “Hasta siempre, Mariví”; “Mariví, va por ti” y “Mariví, homenaje a la más grande” (un pequeño guiño).

Hasta pronto con tus binguitos, tus cajetillas y tu copita de chinchón.

DEP Mariví

 



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